No hay
derechos bajo la represión
22 de marzo de 2019-Mario Diego
Después del golpe de Estado llevado
a cabo por el gobierno del PP, con el apoyo del PSOE y de Ciudadanos, aplicando
el 155, y que se concluyó por el envío de la Guardia Civil y Policía Nacional y
la encarcelación de los 9 líderes independentistas, henos aquí de nuevo, dos
años después, -y una vez conocida la sentencia pronunciada por el Tribunal
Supremo- en el punto de partida sin que las cosas se hayan
movido un pelo. Lo que sí se ha movido es el incremento de los palos
proporcionados por las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado en estos
últimos días, que se añaden a los proporcionados en aquel entonces
incrementando así el cómputo de la suma.
Naturalmente, tanto el Gobierno en funciones como el trío del 155 de 2017, subrayan la violencia callejera llevada a cabo por varios
centenares de “violentos”, entre los cuales no siempre se sabe muy bien quién es
quién; sus voceros respectivos inundan sus planas con titulares e imágenes
sensacionalistas. Sin embargo, por lo menos hasta el viernes 18 de octubre, la
parte reservada en la información a las manifestaciones, marchas y diferentes
movilizaciones, en las que los participantes se podían contar por centenas de
miles, era inferior.
Nos encontramos frente a un desastre anunciado y
quienes nos han conducido hasta ahí son, por una parte, el supuesto Estado de derecho invocado por el PSOE, PP y
Ciudadanos un día sí otro también, y por la otra, los inconsecuentes líderes independentistas que no solo no
iban en serio sino que además no disponían de la correlación de fuerzas
necesaria para imponerse, aunque esto último tampoco les preocupara mucho. No
obstante los años de cárcel y la represión, no solo en este caso sino también
en todos los vividos por líderes sindicales, raperos o titiriteros, desde la
aplicación de la ley mordaza, es no solo un atropello sino también
un abuso del poder; a estas alturas solo cabe la amnistía para todos aquellos que han sido reprimidos defendiendo sus derechos.
Para Casado no cabe la menor duda, los actos que se están produciendo en
Cataluña son “kale borroka” y ya promete que cuando el PP vuelva a
gobernar pondrá orden aplicando de nuevo el 155. Si para Casado lo que pasa en
Cataluña es kale borroka, para Rivera, Barcelona es Alepo y Bagdad al mismo tiempo, y pide a
gritos la aplicación del 155 ya. No cabe duda de que estamos en periodo
electoral y no es de extrañar que cuando Abascal pide una convocatoria urgente
del Congreso para votar la aplicación en Cataluña del estado de excepción
previsto en la Constitución, Casado y Rivera empiecen a dar pasos en esa
dirección. Aunque el PSOE parece más comedido, también enarbola la bandera españolista y no se andará con pamplinas, como
no paran de decir sus portavoces, cuando tenga que aplicar todo el peso de la
ley en Cataluña y donde sea. El objetivo es simple: preservar los intereses de los capitalistas, se llamen estos Pau o
José.
Si el derecho a decidir y la autodeterminación son reivindicaciones legítimas,
no obstante su aplicación exitosa no verá la luz mientras el aparato de Estado
y los medios de producción estén entre las manos de los poderosos. Solo la clase trabajadora, mediante su lucha contra la explotación
social impuesta por la dictadura económica de la burguesía, y una vez los
medios de producción en su posesión, será la garante de la aplicación de la
autodeterminación y del derecho a decidir para las poblaciones que
lo deseen. No obstante y a pesar de todo, en Cataluña como en el resto del
Estado español, quienes fichan todas las mañanas en sus empresas respectivas, son víctimas de la opresión impuesta por aquellos para
quienes fichan. Olvidarlo conduce a un callejón sin salida.
Lo estamos viendo.