Entre
mentiras
16 de diciembre de 2017-Mario Diego
Tanto el Gobierno como Mariano Rajoy
siguen repitiendo como un mantra: “España va por buen camino, estamos
llegando al fin del túnel, la recuperación económica está ahí”. Ni tan siquiera
toman la precaución de matizar sus alegaciones como lo hace Mario Draghi,
actual presidente del Banco Central Europeo, cuando, a propósito de la misma
recuperación económica, también se declara optimista: “[Habrá recuperación
económica] a condición de que no se materialice ningún riesgo”. Lo que quiere
decir, que, en materia de previsión económica, la probabilidad de acierto por
parte de los mejores especialistas es equivalente a la de una pitonisa.
Los motivos del optimismo manifestado por los economistas
de la burguesía, se basan real y únicamente en dos parámetros paralelos:
la plusvalía de las empresas y el importe de los dividendos distribuidos a los
accionistas. Las 1.200 empresas más importantes del mundo han distribuido a sus
accionistas 1.154 billones de dólares de dividendos, constituyendo este hecho,
exclusivamente, la parte visible del iceberg, ya que estas cifras excluyen
los fondos especulativos y las filiales de los bancos
asentadas en paraísos fiscales.
Cuando cifras de esta índole atañen esas alturas, éstas, pierden todo sentido
de la realidad, sentido que se recupera únicamente cuando se comparan a las
condiciones laborales sufridas por la clase trabajadora: salarios recortados, horas trabajadas no pagadas, supresión
de toda mejora adquirida fruto de la lucha.
Detrás del biombo que constituyen las cifras económicas, se disimula una
realidad de clase: el enriquecimiento continúo de la
gran burguesía. Sería un aburrimiento enumerar todos los
multimillonarios citados por revistas especializadas en ese campo, pero lo que
sí se puede decir es que últimamente su número se incrementa y la fortuna
personal de cada uno, más todavía.
A la par del Gobierno y de Rajoy, son muchos los comentaristas que se muestran
eufóricos porque, según ellos, estamos asistiendo a una mejora económica en
España debido a la creación de nuevas empresas y al descenso del paro. Estas
afirmaciones se deben a un beato optimismo que, en el mejor de los casos, son
groseras distorsiones, o cínicas mentiras en el peor. La mayoría de los nuevos
contratos son temporales y muchos son los
trabajadores y trabajadoras que acumulan varios empleos para poder totalizar
una jornada laboral completa.
Por otra parte, colosales capitales se están moviendo continuamente de un punto
al otro del planeta, originando así para millones de seres humanos, desastrosas
e imprevisibles consecuencias, más dañinas aún que las acarreadas por ciclones
o tsunamis. La razón esencial de tales movimientos, es la búsqueda de beneficios inmediatos, que no se obtienen
con la venta de productos manufacturados debido a la saturación de los
mercados.
Como es la misma burguesía capitalista, e incluso son los mismos individuos,
quienes poseen las empresas y quienes especulan, de alguna
manera, podríamos decir que ese mundo financiero devorando la industria es el
capitalismo que se devora a sí mismo.
El quid de la cuestión es determinar, si ese capitalismo que se devora a si
mismo acabará devorando también a toda sociedad humana, o si antes de que esto
ocurra, la sociedad será capaz de tumbar el orden social existente y fundar una nueva organización
social, liberada de la dictadura económica impuesta por la gran burguesía, de
la propiedad privada de los medios de producción y de la explotación.