¿Y ahora qué?
29-05-2023 - Mario Diego
Ya está, el primer acto de la farsa que constituyen nuestras elecciones supuestamente democráticas ha terminado. Sin duda alguna, los partidos de izquierda, si es que esta acepción quiere decir algo, autoproclamados defensores de la clase trabajadora presentes en las instituciones, han sufrido una derrota, según -por una vez- lo reconocen ellos mismos; sin embargo, la clase trabajadora, por ahora, no ha sufrido ninguna derrota puesto que no ha librado ninguna batalla esencial. Su único error, quizá, haya sido el de pensar que hay quienes pueden, en su lugar, solucionar su suerte votando por ellos.
Una vez más, en estas elecciones y probablemente en las que están por venir el 23 de julio, se está demostrando que cuando “la izquierda progresista” en el gobierno, se contenta con aplicar políticas de “izquierda” que no son nada más que una versión edulcorada de las que los poderosos, cuando no es así, aplican mediante sus representantes políticos de derechas, esto acaba fortaleciendo a la reacción.
¿Cómo la clase trabajadora viviendo en los barrios más pobres y en los que sufren la peor situación impuesta por la patronal, no se van a preguntar para que sirve un gobierno progresista, ya sea de coalición o no, si para ella, en lo esencial, no ha cambiado nada? ¿Se puso un término a los desahucios? En la nueva ley de vivienda se prohíbe los desahucios sin fecha y horas predeterminadas, pero no va mucho más allá, los desahucios siguen. ¿La reforma laboral? Ni siquiera ha impedido que la patronal siga despidiendo a carretadas mediante el incremento de los contratos en fijo… discontinuos.
También han demostrado, que mientras aquellos que se presentan como el “escudo social” de los desheredados, en lugar de apoyarse en los que los condujeron, mediante su voto, a apoderarse de las instituciones para aplicar sí o sí la política que realmente actuaría como un escudo, han optado por apoyarse, so pretexto de “consenso”, en aquellos que precisamente hacen todo por impedirlo: la derecha y derecha extrema. Cuando tenemos que enfrentarnos a los representantes más radicales de la patronal, tenemos que hacerlo nosotros mismos mediante lo que siempre nos ha beneficiado: las luchas generalizadas de clase y no mediante representantes, que lo único que tienen de izquierda es la mano así nombrada.
Está claro que la clase trabajadora necesita una transformación socioeconómica inmediata, esta, desde mi punto de vista no vendrá con las elecciones generales del mes de julio, máxime cuando el único objetivo de dichas elecciones no son más que una maniobra politiquera por parte del PSOE para, como en el casino, jugar el todo por el todo, y a la que se sumará la izquierda del PSOE a pesar de que dicha maniobra también esté dirigida contra ella. Lo último que interesa en esa politiquería será la suerte de la clase trabajadora.
Esta última tiene que ser consciente del papel fundamental que desarrolla en el funcionamiento de la sociedad y ser consciente también de que es la única clase social, que unida, puede resolver los problemas socioeconómicos originados por la burguesía capitalista.