Queda todo por hacer

25 de julio 2023 - Mario Diego

Una vez más, los pronósticos de la mayoría de las encuestas se equivocaron con holgura una vez conocidos los resultados electorales definitivos; cabe preguntarse si estas no han sido parte integrante de la campaña: “vota”. En estas elecciones no se trataba de actuar como dique de contención a la extrema derecha ni a la derecha extrema, como el presidente del gobierno de coalición nos ha hecho creer, sino de evitar un desgaste político yendo hasta el final de la legislatura.

Con un poco más de 8 millones de votos el PP gana las elecciones, pero no por goleada como su líder fanfarroneaba a lo largo de la campaña, tendrá que volver a presentarse al examen. Con un poco más de 7 millones y medio, el PSOE obtiene un millón más de votos que en 2019. Su campaña, miedo promesas miedo, secundada por todos los medios afines y las fuerzas supletivas de la izquierda institucional y no institucional, hizo mella y, entre abstencionistas que volvieron a las urnas y trasvase de votos, consiguió salvar los muebles, incluso con posibilidad de repetir un gobierno de coalición. Subrayemos, sus muebles.

Sin restar importancia a Vox, independientemente de que esté o no, más o menos representado físicamente en las instituciones, puesto que, aunque no lo estuviese sus ideas, ellas, sí lo estarían, sus resultados han bajado —como lo llevan haciendo cada vez que se sacan las urnas a relucir— y hoy cuenta con 3 millones de votos.  

¿Motivo de alegría y festejos? Para la clase trabajadora pocos, por no decir muy pocos. El hecho de encontrarnos en esta encrucijada lo debemos a las políticas aplicadas por los gobiernos que han encabezado el Estado a lo largo de estos últimos años, que sean “progresistas” o no, de coalición o gobernando con mayoría absoluta; cuando con mano dura cuando con guantes de seda el resultado está ahí, la situación de la clase trabajadora no ha cesado de empeorar.

Este paréntesis electoral, no puede hacernos olvidar, que el alto coste de la cesta de la compra está dejando exhausto a nuestro monedero, no es un problema de relato, de periodo electoral o no, llegar a fin de mes ese es el problema. A pesar del incremento del salario mínimo y los retoques a la reforma laboral la precariedad sigue siendo la regla y mientras tanto, los beneficios de las grandes empresas y la diferencia entre los que menos ganan y los que más se han disparado.

No es extraño que a la CEOE no les importe quien gobierne, lo que les importa es un gobierno estable y moderado, llamando “a la responsabilidad para que se puedan alcanzar aquellos acuerdos que garanticen el mayor nivel de estabilidad posible y también la moderación necesaria”. La patronal está dispuesta a colaborar con aquel gobierno que tenga “sentido de Estado y el respeto al marco constitucional para preservar los avances económicos y sociales”, nada que no haya hecho el gobierno “progresista” de coalición y que no pueda seguir haciendo en el caso de que dicho gobierno se revalide.

Si a esto le añadimos la promesa de recortar 20.000 millones de gastos que el gobierno saliente hizo a la UE, las perspectivas para la clase trabajadora, si dejamos nuestros intereses en manos ajenas, son por lo menos preocupantes. Si no queremos que la destrucción, programada por el IBEX 35 para salvaguardar sus propios intereses, de los derechos sociales, las pensiones, las escuelas y hospitales públicos, tendremos que llevar nuestras luchas laborales sobre el terreno político, en la calle, no en unas elecciones supuestamente democráticas y en las que nos piden de optar por el mal menor. Así nos va.