Una misma lucha

26 de marzo - Mario Diego

Si creemos lo que nos dicen, normalmente estamos en un país de derecho, un país democrático, un país en el que el gobierno es partidario del diálogo y de los acuerdos en los que nadie pierde o todos ganan. Aunque estas expresiones parezcan dos maneras diferentes de decir lo mismo, en realidad no lo son.

El Gobierno y una parte de la “izquierda” políticamente correcta empezaron, cuando hace casi dos semanas la Plataforma para la Defensa del Sector del Transporte de Mercancías por Carretera (PYMES y autónomos) convocó la huelga, a hablarnos de extrema derecha, incluso algunos de ellos —los que ven golpes de Estado por todas partes pero que curiosamente no apelan a una movilización consecuente en su contra— a comparar esos camioneros a los camioneros chilenos de antaño.

Y cuando, a fin de cuentas, después de una semana de movilizaciones el desabastecimiento en diferentes sectores de actividad se hizo una realidad, el Gobierno, en un primer tiempo envía a los antidisturbios y guardias civiles, como no funciona, en un segundo acepta la negociación, ¿con quién? ¿Con los iniciadores del movimiento huelguista? Claro que no, sino con aquellos que estaban en contra y se negaron a participar en él, con el Comité Nacional de Transporte por Carretera (CNTC), es decir, con las grandes compañías de transporte.

Negociación en la que Gobierno y la gran patronal del sector alcanzaron un acuerdo mediante la atribución de más de mil millones de euros de subvenciones y una bajada del precio del gasoil de veinte céntimos; haciendo caso omiso de la principal reivindicación de la Plataforma para la Defensa que denunciaba el incumplimiento sistemático por parte de las grandes empresas contratistas lo dispuesto en los convenios colectivos.

Como también hace caso omiso de la principal reivindicación de la Plataforma: no trabajar a pérdida. Los portes del transporte que pagan las grandes empresas y sus clientes están muy por debajo del coste real para el camionero autónomo. Lo que quiere decir que no solo el Gobierno no solucionó nada con ese acuerdo, sino que al igual de todos los Gobiernos que lo han precedido, está subvencionando a las grandes empresas con dinero público.

Tampoco se hizo mucha publicidad en los medios a otras de las reivindicaciones de la Plataforma, como la jubilación a los sesenta años o que sean reconocidos como accidentes de trabajo todos aquellos ocurridos durante los periodos de trabajo y los periodos de disponibilidad dentro de la actividad. Por eso, no se puede establecer un signo de igualdad entre grandes empresas de transporte y camioneros autónomos.

Si las reivindicaciones de la Plataforma se parecen a las nuestras, a las de la clase trabajadora es porque tenemos el mismo enemigo: el gran capital; las grandes empresas que dictan nuestras condiciones de trabajo, como debemos consumir y como debemos vivir. Las grandes empresas de sea cual sea el sector, que aprovechan cualquier situación para forrarse a costa de la clase trabajadora, y mientras ellas se forran, la clase trabajadora se empobrece.

No cabe duda, tenemos que imitarlos, unir nuestras luchas es la única manera de poner un término a esta sociedad injusta, en la que, mientras unos se enriquecen otros se empobrecen.