Ni plena normalidad democrática, ni democracia parcial
15 de febrero 2021 - Mario Diego
Vaya
jaleo que se armó en el gallinero “democrático” con las declaraciones de Pablo
Iglesias a propósito de la “plena normalidad democrática” en España. Hago
un inciso, hay que conceder un premio honorífico al término “normalidad”, como
el más utilizado desde marzo 2020. Normalidad, nueva normalidad, plena
normalidad; conceptos nuevos que no sabemos muy bien lo que quieren decir ni
para que sirven sino para obscurecer lo que normalmente está muy claro.
Desde
el comienzo es un falso debate. Éste está basado en el concepto de “democracia
en general” sin considerar la división en clases de nuestra sociedad, cosa que
está hecho a propósito. Les guste o no les gustes a nuestros adalides de la
“democracia”, ya sean “demócratas” de izquierda o de derecha, este debate es una tomadura
de pelo. Razones no faltan para decir que la democracia que nos proponen estos
estetas de la confusión al servicio de la burguesía, es el biombo detrás del
que se esconde en realidad la dictadura del capital.
Doce millones de personas en el umbral de la pobreza, es el resultado de dicha
dictadura. Para estas personas, como para los cuatro millones de parados y los
otros tantos precarizados, la “democracia” es la que consiste en oírse decir
por parte de la patronal: trabajas siempre y cuando yo te lo pida y me
interese, sufriendo las condiciones que yo te imponga y además sin rechistar.
Cuando se observa, desde este punto de vista, el debate que originó las
declaraciones de Pablo Iglesias, nos damos cuenta que la democracia burguesa es
una falacia. Tanto si es parcial como si es plena.
Circula
una petición pidiendo a Pedro Sánchez que destituya a su vicepresidente. Entre
los firmantes se encuentra Corcuera, padre de la ley conocida como “patada en
la puerta” y antesala de la ley conocida como “ley mordaza”, ¡Qué coincidencia!
También coincidencia, que el día en el que Pablo Hasél debería ingresar en
prisión, es el día en el que a Rato le conceden la condicional a sabiendas que aún
le queda otra causa pendiente, y que ya van a ser seis años que se está
esperando el juicio. Las víctimas de la represión social y política, a lo largo
de los años transcurridos entre la ley de “la patada en la puerta” y “la ley
mordaza”, aún vigente, es también el fruto de esa dictadura del capital.
Esa
misma dictadura del capital, es la que hoy está arruinando la proeza realizada
por los científicos —dada por muchos como imposible— de haber encontrado
vacunas eficientes al cabo de diez meses. Los laboratorios compiten ferozmente entre sí
y protegen celosamente sus patentes. La vacunación se ha convertido en objeto
de disputas y vilezas: laboratorios que cobran pero que no proporcionan las
vacunas prometidas; pujas en los pedidos y en el precio de compra. Siendo su credo la
competencia y la propiedad privada, no es de extrañar.
Incluso,
la joya de la corona de la que sacan pecho, las elecciones todos los cuatro
años para elegir a los que nos van a representar en el parlamento, es una
trampa que de democrática tiene poco. La última vez que IU presentó lista propia, obtuvo un millón de votos que le permitieron obtener dos escaños. En esa
misma elección CS obtuvo tres veces más de votos lo que le ha permitido obtener
quince veces más de escaños. ¿Democracia parcial o plena? ¿Qué pasó con la
reivindicación de la izquierda progresista de modificar la ley electoral y
aplicar una verdadera proporcional?
En el 78, el gran capital necesitaba
una monarquía constitucional, mañana quizás una república y pasado mañana una
dictadura, sea cual sea la opción adoptada, solo se trata de manipular y machacar a las
clases populares con más o menos represión. Naturalmente, las dos primeras opciones
calificadas de “parlamentarias”, es decir con derecho a voto
todos los cuatro años imponiendo sus reglas electorales para que la representatividad no corresponda a la realidad del país.