Nuestras vidas no tienen precio

13 de abril-Mario Diego

El gobierno estaría preparando ya el desconfinamiento porque las cifras son buenas; por muy buenas que sean, supongo que con relación a lo que hubiesen podido ser, nunca se podrá sacar pecho por ellas. Solo aquellos que se extasían mirándose el ombligo y que como Narciso repiten qué guapo soy, son capaces de hacerlo. Bueno, hay quienes no pudiendo sacar pecho por las buenas cifras, porque otros lo hacen, lo sacan por las malas, y, para poder existir políticamente durante esta crisis sanitaria, se ponen a matar moscas a cañonazos.

La primera en abrir fuego, ha sido la patronal, para quien todo es poco. El gobierno les dedica 117 mil millones de euros, pero no les va. El presidente del Círculo de Empresarios lo dejó muy claro: es poco dinero, pero por muy poco que sea, mejor que el gobierno se lo hubiese dado a ellos directamente: “… Nos da el dinero a nosotros, nosotros pagamos directamente el 70% del salario a nuestros empleados y ellos (el gobierno) pagan, si quieren, el 30% que falta”. Más claro agua. La patronal no solo no quiere pagar nada, sino que además hay que perdonarle las cotizaciones sociales y los impuestos. Y aun así reclaman más dinero. 

La segunda en abrir fuego ha sido la extrema derecha, y, como no podía ser de otra manera, la derecha pepera no tardó en seguirles el paso. Las dos fuerzas políticas están describiendo la situación como algo apocalíptico e insinúan, por lo menos el PP, —la extrema derecha, de ver tanto uniforme en la calle y la televisión, se le sube a la cabeza y ya habla de echar al gobierno y ceder el mando a los militares— que ellos son la única solución. Sí, ya hemos visto con qué interés defendieron la sanidad pública cuando gobernaron, esa sanidad pública que según ellos no era rentable, que no estaba gestionada correctamente, —como todo lo público— y que la mejor solución encontrada ha sido confiarla al sector privado.

Ese revuelo, por parte de lo más reaccionario y retrógrada, — necrófagos por añadidura— ha sido quien llevó al gobierno a preparar el desconfinamiento, la desescalada como lo llaman. ¿Y cuál ha sido la primera medida de desescalada que tomó? La vuelta al trabajo para millones de trabajadoras y trabajadores. ¿No se llama esto ceder a la presión patronal? Según los uniformados, los especialistas y los representantes de los principales ministerios concernidos, el confinamiento, hasta ahora, era una medida que estaba dando buenos resultados. ¿Ya no es necesario?

El confinamiento era una medida eficaz para paliar la sorpresa y desconocimiento del Covid-19; también para suplir al problema de escasez de material sanitario. Si el primer problema que nos llevó al confinamiento está resuelto a medias —hoy ese virus ya no es desconocido y se empieza a experimentar medidas técnicas para combatirlo— el segundo aún no está resuelto. Sigue habiendo un problema de abastecimiento de material sanitario, además, hace unos días, al parecer, el uso de las mascarillas no servía para nada, hoy su uso va a ser obligatorio. No pasa nada, ¿contradictorio? es igual, la patronal y los que quieren que volvamos a la Edad Media, enseñaron los dientes, entonces hay que satisfacerles.

Durante décadas los gobiernos sucesivos, se dedicaron a cerrar hospitales, a privatizar la salud, a reducir las plantillas y mal pagarlas, a suprimir los stocks de material, incluso si estos no representaban un gasto importante, hoy estamos pagando las consecuencias. Y si esto no va a peor, es porque todos los profesionales de la salud se están dejando la piel, y esta vez, no solo en el sentido figurativo de la expresión.

Sí, el confinamiento es indispensable, pero también es reconocer la impotencia de nuestra sociedad. Jamás la humanidad ha dispuesto de tantos medios para afrontar una epidemia. Desde que se descubrieron los virus, los avances científicos y la salud pública han extremadamente progresado. Gracias a los epidemiólogos, los poderes públicos estaban al corriente de la nueva pandemia que se avecinaba. Pues, de nada sirvió, incluso países avanzados como el nuestro no estaban preparados.

La crisis actual pone en evidencia la irresponsabilidad y la ceguera de la organización social capitalista. Y muy lejos de haber acabado con la lucha de clases, dicha organización social la agudiza. Es más, jamás expresión ha sido tan veraz, esto va de vida o muerte para la clase trabajadora, y en particular hoy, día en el que tiene que volver al trabajo.