La clase obrera no ganó nada

23 de octubre -  Mario Diego

La moción de censura de Vox a Sánchez, ha permitido a este último de presentarse como el defensor y protector de las clases populares; la muralla que las hordas fascistas no podrán franquear de ninguna manera. A penas acabada la sesión en el Congreso, los mismos medios, la misma gente de izquierda que nos apelaban a apoyar el Gobierno sin rechistar porque el fascismo estaba a punto de organizar un golpe de Estado, los mismos, nos inundan con titulares tales como “Vox hace el ridículo”, “El Congreso teje un cordón sanitario”, “Casado declara la guerra a Vox”, “Vox protagoniza la derrota más contundente” o “La moción de censura se cebó con Vox”, la lista no es exhaustiva.

Si bien comprendo, lo que hace un año y medio, con la presencia, por primera vez en el Congreso, de 24 diputados de Vox, era una situación de alto riesgo y un peligro inminente, hoy con 52 diputados, después de una moción de censura hecha esencialmente, por parte de Vox, para torcer el brazo al PP, ya no es un peligro. ¿Qué cambió para que nuestros epígonos estén satisfechos como terratenientes mostrando el alcance de sus tierras? El PP votó no a la moción.

Sí, sí, el voto no del PP ha sido suficiente para que aquellos que hace apenas dos meses nos decían que estábamos al borde de un golpe de Estado, hoy se tranquilicen. Es más, ese voto parece esperanzador, por lo menos para aquellos que están dispuestos a pactar con una derecha “moderada” —o mejor dicho que dicha derecha “moderada” pueda parecer como tal de cara a las clases populares. Pero por ahora, por mucho que se intente blanquear al PP y a Ciudadanos, estos siguen gobernando en tres comunidades autónomas gracias a los votos de Vox, y de moderados solo tienen el nombre que ellos mismos se dan.

Lo que la clase trabajadora pueda esperar del PP, Ciudadanos y Vox, ya lo sabemos, no necesitábamos que nos lo dijeran durante el pleno, nos lo llevan diciendo desde hace años: recortes, despidos, cierres de empresas, privatizaciones, precariedad, mordaza y pobreza. Lo que nos queda por saber es que podemos esperar del Gobierno de coalición, porque con lo oído en el parlamento durante la moción de censura no podemos hacernos una idea exacta, excepto en lo que se trata de saber quien es un buen español o quien no.

¿La ola de despidos, que sean colectivos o individuales, a la que asistimos? ¿En Alumalsa, Alcoa, Acciona, Airbús, por ejemplo? ¿El incremento del paro? ¿El estado de la sanidad pública que se encuentra de nuevo desbordada con la nueva ola, ola que según los especialistas no es la segunda esperada? No hemos oído nada, o nada en concreto, excepto amplias generalidades. Sin embargo, tratándose de quien puede blandir la bandera española con legitimidad, hemos oído lo suyo y mucho más. Que tengan cuidado, si siguen tirando cada uno por un lado acabarán rajándola.

El famoso “escudo social”, del que tanto se alardeaba y se alardea el Gobierno, se está quedando desgraciadamente en nada. En setiembre, éste ha puesto un punto final a la moratoria en el pago de las hipotecas, el veto a los cortes de luz, gas o agua. No obstante, las empresas del IBEX 35, de las que tampoco han hablado en el parlamento, no tienen por qué preocuparse, el Gobierno seguirá reservándoles la parte del León. No hablemos de las personas que siguen esperando la limosna que le debe proporcionar el Ingreso Mínimo, o los trabajadores y trabajadoras en ERTE, que aún no han cobrado.

No cabe duda, que, si queremos que la clase trabajadora no sea invisible, no solo en las instituciones, sino también en los despachos calafateados de la patronal, necesitamos unificar todas las luchas provocadas por la avaricia de los poderosos.