¡Abajo la Europa-fortaleza! ¡Trabajadores, uníos!
15 de noviembre de 2021 - Nathalie Arthaud, portavoz de Lutte ouvrière
Los dirigentes europeos acusan al dictador bielorruso de favorecer la llegada de migrantes en la frontera para desestabilizar a Europa. ¡Se indignan de que él “se aproveche de los migrantes y los manipule”! Es verdad, pero ¿Qué hacen ellos al dejar que los migrantes sufran y mueran?
Cuando no dejan morir a los migrantes en las puertas de la UE, se las arreglan para que queden atrapados en los verdaderos cementerios que son los campos de Líbano, Libia o Turquía, o para que estén bloqueados en su país de origen, como por ejemplo Afganistán, un país destruido por la guerra, donde la hambruna empuja a familias a vender a sus hijos.
Así es: el premio del cinismo se lo merecen los dirigentes europeos, porque los candidatos a la inmigración sólo piden llegar aquí mediante caminos legales y seguros para pedir asilo. En vez de eso, caen bajo la dependencia de coyotes sin escrúpulo, y son cazados como criminales.
No hace falta irse a Polonia para darse cuenta de que a los dirigentes europeos les da igual la suerte de los migrantes: ¡nada más que en Calais o en Grande-Synthe, miles de personas buscan pasar a Inglaterra y sufren una persecución permanente!
Entre los millones de sirios, iraquíes y afganos que las guerras, las destrucciones y la miseria echan fuera de su tierra, sólo una pequeña parte procura entrar a la Europa desarrollada. Pero les basta a los demagogos xenófobos, como Zemmour, Le Pen y otros tantos, para hablar de “invasión”.
En esa crisis, los migrantes son llamados “armas dirigidas contra Europa”, o sea unas palabras que autorizan todos los delirios, entre los cuales la idea de presentarlos como futuros delincuentes o futuros terroristas.
Pero esas mujeres y hombres son obreros, secretarios, técnicos, ingenieros o médicos. Mañana, algunos de ellos trabajarán en la hostelería, la restauración, la edificación; serán camioneros, auxiliares, eventuales en la agroalimentación o la industria. Otros participarán en el funcionamiento de hospitales y escuelas. Y entre sus hijos, puede que haya futuros futbolistas o campeones de ajedrez, como esa joven siria de 14 años, Leen Yaghi, sin papeles, que ha ganado el campeonato de Francia. Y al lado de los que serán famosos, están los muchos que trabajarán con nosotros. Esas mujeres y hombres son de los nuestros. ¡Que sepan que son bienvenidos en el bando de los trabajadores!
Ya hemos visto demasiados muertos, naufragios y tragedias. Es necesaria la libertad de circulación e instalación para los migrantes. Es necesario abrir las fronteras. Para los foráneos ricos, incluso los tiburones de la banca, las puertas están abiertas; para los trabajadores que sólo piden ser útiles en la sociedad, están cerradas.
Entre los trabajadores, hay quienes están inquietos porque ya hay muchos desempleados. Pero el desempleo, la precariedad y los bajos sueldos no dependen de los migrantes. Dependen de la relación de fuerzas con la patronal, o sea de las luchas que el mundo laboral es capaz de llevar a cabo contra los que despiden y todos los grupos capitalistas rapaces.
La extrema derecha, especialista del repliegue comunitario, empuja a los políticos hacia posiciones más reaccionarias, racistas aun. Lo demuestra la inflación de propuestas contra los inmigrantes que se está dando entre los candidatos a la presidencia, ya sean de derechas o de izquierdas.
Si no nos lo tomamos en serio, la barbarie del mundo, la xenofobia y las guerras se nos llevarán. El nacionalismo y la desconfianza generalizada ya están aquí. Los trabajadores conscientes deben ir en contra de esa evolución peligrosa.
El capitalismo mezcla a los trabajadores del planeta. Podemos sacar de ello una fuerza, si somos conscientes de que pertenecemos a un mismo bando, el de los trabajadores, cuyo interés es revolucionar por completo a la sociedad.